A way away.


Día tres de un mes cualquiera. A fuera llueve, y yo llevo desde las seis de la mañana cigarro en mano para intentar darle algo de calor al día. De momento imposible. Los altavoces suenan con esas frases idílicas que todos sueñan y nadie vive. Frases que remueven, sonidos que se pierden entre partes de tu ser que ni creías conocer. Los folios esparcidos por la mesa denotan la poca capacidad expresiva que tengo últimamente, coraza impermeable, flexible y amoldable a cualquier situación. Miro la botella de vodka barato que nos acabamos ayer entre tonterías y leo una vez más la promesa que nos escribimos en el sofá. Se me traba en la garganta ya que no consigo entenderla.
Y lo siento, aún no sé bien como explicártelo.

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