Entrópico


Te voy a hacer milagros con las palabras,
para que te corras con cada tilde y grites mi nombre en cada acento.

También te voy a cantar las cuarenta
entre gemidos inconexos al oído,
sin disimulo,
mucho menos miedo.

Y luego te voy a dejar
ajado, descosido,
pero entero,
al borde del precipicio de los versos que aún están por escribirte.

Para que saltes
si te atreves
y si tienes ganas de volar algo más que corazones y corazas.


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Entre los copy-pastes de historias ajenas a los que una vez intentamos llamar vida
creo que siguen engatusados varios sueños
ya desilusionados
cansados
parados
carcomidos de alfileres en sus alas.


Así que deja de limpiar los trozos rotos del espejo,
y rómpelos más para mirar a través de ellos.
Y diles de mi parte que hechos polvo
vuelan más.
Caen.

Que aún no entiendes que caer es otra forma de volar.

Descontrolada sí,
pero volar
joder.

needt


"Creía que eran necesarios dos para soñar,
pero aquí no hacemos falta ninguno."

me dijo.

Y yo seguí intentando mirarle las perspectivas y encontrando sólo botellas de alcohol.
Como un rastro de pruebas del error.

Y mira que en el informe venía claro.
No hay coincidencia en el arma homicida, pero sí en el agujero de las balas.

Siempre al pecho.

Siempre al pecho.

Pasa, las cicatrices pueden ser abiertas y violadas de nuevo,
pero es sorpresa lo que vayas a encontrar debajo.

Eso sí, por favor,
cósenos al salir.

Mapa


Las bajas de este cuento de locos te escribían por algo,
y basta verte para entender que dieran sus manos por rozarte.

Guárdate la cara de ‘estás exagerando’.
Yo las daría.


Podría andarlo descalza desde la primera hasta la penúltima página,
cortándome con las cicatrices de tus esquinas,
rasgándote con mis días de páginas arrancadas,
y no nos pararía.


Si no fuera porque siempre me muerdo las caídas,
te diría qué huellas tienen tu nombre, cuáles las de todos,
y las pondría a cero.

(Pero entre tú y yo, creo que puestas a cien te sonríen más.)


Hablaría con los finales de los cuentos,
esos que dicen


Fueron las prisas. No los tropiezos.

y les escribiría debajo a todos esos locos que se equivocan,
que tus espaldas son algo por lo que merece la pena perder el miedo de que me lleven a cuestas,
dejarme las rodillas en las caídas, y hasta marearme de respirar.

Y les añadiría un postdata

"Os faltan futuros, locuras,
y ganas de correr."

Y tú.

Después, seguiría corriendo.

shdw.s



Saben encontrarme las siete diferencias, 
las esquinas cortadas de este círculo vicioso,
el trazo inexacto del día que no pasa por otro sitio que no sea mi madriguera de cegueras.
O de sueños dormidos, medio enterrados por miedo a que se cumplan. 

Y no, 
que no se despierten.


Creo que es de cobardes vivir mirándole a los ojos al futuro, 
sin otro acompañante que el pasado quemándonos los pies diciendo
'hacia delante 
más rápido 
no pares'.

Como si las sombras fueran a dejar de perseguirnos
y su presencia en cada centímetro de vida se pudiera descoser.
Como si las paredes no me recordaran sus movimientos.
Su propia historia.

Mi otro monstruo debajo de la cama.

Que sus mordiscos ya son como cosquillas, 
y sus ronquidos la compañía al despertar. 
Que de desearnos miedo hemos pasado a las buenas noches, 
y el cigarro de 
'Hoy no puedo más, joder.' 
ya me lo encienden ellos.

Pero claro,
entiende,
todo depende de la cama en la que se recuerden.


Porque no te he contado nunca las peores batallas,
esas que ganas haciendo trampas y al final todos perdéis,
ni creo que lo haga.
Lo siento, hay pesadillas sin las que no me acostumbraría a dormir.

Pero mira, si aún quieres,
yo te dejo quedarte y que con ellas me enciendas los cigarros de después

de soñarlas.

de las cosquillas.

de morder.

Backward


"Y sigo sin entender por qué hablamos del futuro como si nos perteneciera.
Y dejo de recordar qué nos quitamos primero, si las dudas o la ropa."

Cuéntaselo




           Cuéntales lo de su espalda y los lunares. 
           Lo de los labios hinchados, desgastados.
           Y sí, también lo de los escalofríos por la piel.

           Cuéntales lo de la droga. 
           Lo de pasarse el día puestos de ganas de arrancaros la ropa. 
           Lo del miedo a entenderos demasiado. 

           Cuéntaselo.

           Lo de las diferencias. Pero sólo de posturas.
           Lo de miraros y recordar las noches. Y sonrojarte tú más que ella.

           Cuéntaselo.

           Cuéntales todo eso que no puedes olvidar.