Vainilla




Y sigo esperando el puto milagro de caderas que éramos, el de tus labios acorralando mi miedo para meterle mano sin su permiso, acallando sus gritos con latidos. Que me faltas encima tapándome el resto del mundo, o a un lado acompañándome a saltarlo. La competición de quién llega antes en la que siempre perdías, y de la que nunca supimos (ni sabremos) el resultado. Coge todas las miradas furtivas. Coge todos los ángulos que quieras, la ropa, hasta la piel. No me interesa ser legal si significa que no me miras con el deseo quemándote los ojos. Casi quemándome la ropa. Si la tuviera.

No te cortes, la cama está para quitarnos la ropa y la educación.

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