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Dejamos el futuro en una esquina, entre botellas de tequila y mensajes a enviar. Y tras bebérselas todas ya no sabía qué tenía que pedir, si auxilio o soledad.
Que por mucho que digan 'era increíble, no puede ser el final' se equivocan. Ella lo sabe, lo ha vivido. Que si el miedo consigue romperlo sólo debía ser un juego. Un juego envidiable, pero un juego al final. Que no sabe si creérselo, pero vive con ello. Como ha hecho hasta ahora, como siempre. Y a base de tortazos se mantiene a raya, y se la esnifa para levantar la mirada y ver algo más que figuras distorsionadas de lo que no debería ser.
Y ahí se queda un segundo más. Aislada. Sin dar señales. Sin que la encuentren. Los ruidos de fuera la empequeñecen. La asustan. La hacen recordar. Que ella no dijo aquel 'volvería a todos esos lugares contigo', ni el primer 'me gustas', ni dedicó la primera canción. Siquiera el primer beso. Que su calma hacia la tormenta fue un arriesgo ya no sabe bien a qué, pero se arriesgó. Y a cambio paga cobardías. Que no quiere lo sientos si no te van a hacer terminar en su cama, ni miradas de súplica si no son para que se desnude para ti. Que si bien no es suficiente, está claro que nada lo es. Que era un ínfimo punto y lo ha extirpado, y ahora sólo queda un amasijo de nervios desechado a los pies. 'Como una roca me siento mejor..' dice su mirada, su risa y sus mejillas descoloridas. Y no la pidas más. Porque ella es así y sabe que, de merecer la pena, ya lo habría merecido.
Y no frena, acelera, y sonreirá hasta que no queden arrugas que marcar. Porque ella es así. Y no la pidas lo contrario.
Y no, tampoco más.

1 comentario:

  1. Y prendado de una frase me quedé al leerte, que creo que bien resume todo lo anterior... "que, de merecer la pena, ya lo habría merecido".

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